Si pensamos en los grandes estudios de Sony, probablemente se nos venga a la mente Naughty dog, Polyphony, Santa Monica o Insomniac, pero tardará mucho más en aparecer Sucker Punch. Tras las diferentes entregas de Infamous, dejan los superpoderes en entornos urbanos para buscar el realismo y la historicidad en la isla japonesa de Tsushima. Sin embargo, Ghost of Tsushima es un juego con buenas intenciones, pero que se queda un poco a medias.
Como decía, nos situamos en la isla de Tsushima en el año 1274 durante la invasión mongola. Nuestro papel, por supuesto, será salvar a nuestro pueblo y derrotar al Khan que lo ha conquistado todo. La historia es muy simplona y, pese a que intenta sorprender con pequeños giros de guion, cae en los tópicos de siempre. Se centra en la venganza y no aprovecha para contar nada nuevo. Brillan más las misiones secundarias. Estas ponen el foco en los personajes, en el drama humano de la guerra y sus consecuencias, así como en la traición.
De esta forma, los personajes protagonistas quedan mucho mejor dibujados que los enemigos. Hay literalmente dos villanos y el juego no se esfuerza en construirlos. Son malos y punto. Se hace aburrido verlos hablar de forma grandilocuente como un villano de dibujos animados. No sabemos nada de las tradiciones mongolas, de su vida, sus motivaciones de la conquista, nada de nada.
Quedarme ahí sería injusto porque a lo largo del juego, y más en los compases finales, aparece un tema mucho más interesante que la manida venganza. La guerra hace que nuestro personaje, Jin Sakai, abandone el camino de los samuráis y opte por un combate menos honroso y más efectivo. De esta forma, provoca un choque entre la tradición japonesa frente a cómo la guerra te trasforma, cambia tus ideales y creencias. Es una pena que no se profundice demasiado en esto.
Vamos al meollo de la cuestión. Uno de los aspectos fuertes de Ghost of Tsushima es su ambientación. El mimo y el cariño que hay detrás de cada localización es brutal. Las casas, los santuarios, las playas, los campos son todos increíbles. Se sirve, además, de esta ambientación para guiar al jugador. El viento nos indica el camino hacia la misión marcada, los pájaros que vuelan a tu lado te acercarán al poblado más cercano o los zorros hacia sus santuarios. La naturaleza se convierte en una mecánica en sí misma.
Todo esto está muy bien, pero abres el mapa y los iconos inundan la imagen. Ghost of Tsushima se esfuerza por ser distinto y guiar al jugador de forma orgánica, pero el mapa lo tira todo por el suelo. Se convierte en un juego de mundo abierto más, de limpieza de iconos. Es cobarde. Hubiese sido más adecuado eliminar el mapa y haber colocado una brújula que nos indiquen los lugares de interés más cercano y que la naturaleza haga el resto. Podría haber sido un gran punto diferenciador con respecto a otras propuestas del género, pero se queda a medias.
¿Qué seria de un juego ambientado en Japón sin su buena dosis de espadazos? El combate se centra en cuatro posturas. Cada una será efectiva contra algún tipo de arma. La primera postura es ideal para el combate contra alguien que lleve espada, mientras que la segunda es fantástica para romper escudos. En general, es un combate divertido y dinámico que brilla más en las batallas individuales que en el multitudinarias. Además, conforme vamos mejorando a nuestro personaje, el combate se va haciendo más fácil, creando una progresión muy satisfactoria.
Una lástima que las misiones no acompañen tan bien. Hay tres tipos de misiones: investigar y seguir un rastro, acabar con un asentamiento mongol o acabar con un puñado de mongoles. Estas tres misiones se repiten hasta el hartazgo, tanto en las misiones principales como en las secundarias. Aburre bastante a la larga. Los campamentos mongoles están muy poco inspirados y apenas hay cuatro distintos. Y si tuviese un buen sistema de sigilo, otro gallo cantaría, pero está tan limitado que apenas te da opciones para afrontar desafíos de formas distintas.
En definitiva, Ghost of Tsushima pierde su oportunidad de ser un juego verdaderamente único con el potencial de empujar al género del mundo abierto hacia un nuevo estándar, pero se queda en el camino por miedo a no gustar al gran público. Si te gustan los juegos estilo Ubisoft, este también es para ti. Si por el contrario buscas un aire nuevo, Ghost of Tsushima no es una parada obligatoria.
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