Monster Sanctuary es una mezcla rara que sale bien.
Mezcla el metroidvania con Pokémon o, más bien, Pokémon con el metroidvania, porque esta segunda parte es la que sale más desfavorecida de la fusión.
El mapa es enorme, con distintas zonas bien diferenciadas, lleno paredes ocultas y atajos. Es un mapeado muy clásico, pero que innova abandonando los objetos de mejora para avanzar. Los movimientos ya típicos como el doble salto o el gancho son características de algunos monstruos que debes capturar y te siguen durante toda la aventura. Así que el avance por el mundo no solo lo determinas tú, sino que también lo determina tu equipo.
Un monstruo volador, por ejemplo, te permitirá planear brevemente y alcanzar zonas altas, mientras que uno de lucha podrá romper muros ocultos. Para capturarlos, simplemente tendrás que combatir contra ellos y se unirán a ti. No se resisten demasiado, ni ninguno tiene un ratio bajo de captura.
Alguno de los monstruos |
Aquí es donde reside la parte más trabajada y fuerte del juego: los monstruos. Los combates son super disfrutables y cada monstruo se siente único, tanto en mecánicas como en diseño. Estos combates dependen de las debilidades, como en Pokémon, pero estas son mucho más variadas. Sin embargo, son difíciles, tal vez demasiado. Supone un muro en muchas ocasiones con el que te darás una y otra vez.
La historia deja que desear. Se nota que tiene como referente a la saga de Nintendo y peca de simple y predecible, aunque el juego no desea aspirar a más. Cuando la terminas, queda todavía mucho por explorar, conseguir y combatir tanto offline como online con otros jugadores.
En definitiva, es un juego muy disfrutable si te gustan los dos mundos que lo componen y si eres capaz de superponerte a la dificultad que plantea.
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