Siempre he tenido la sensación de que los pokémon-likes o los juegos de coleccionar monstruitos no han tenido mucha suerte. Supongo que debido al éxito de la franquicia de Nintendo que opaca cualquier otro título. Sin embargo, ninguno de los indies que van tras la estela de Pokémon busca replicar su éxito, sino proponer una experiencia tan similar como distinta para atraer a los fans ya algo cansados y al mismo tiempo sorprenderlos. Aquí es donde entra en juego Cassette Beasts.
Pero como siempre, estos valen para combatir. Aquí nos olvidamos de los típicos cuatro ataques porque contamos con muchos más a nuestra disposición. El pilar de los combates es la tabla de tipos, pero no como siempre la hemos entendido. Sí, en Cassette Beasts el tipo fuego es fuerte contra el hielo, pero eso provoca que se derrita y pase a ser tipo agua. Al hacerle un segundo ataque de fuego, el agua se evaporará, creando un vapor curativo. Estas sinergias entre tipos hace que los turnos contengan múltiples estrategias y todo pueda dar la vuelta en cualquier momento.
Aunque me guste el combate y me parezca fresco, disfruto mucho más de su estructura. El juego es un mundo abierto y un mundo abierto muy bien pensado. Las misiones rara vez te dicen el punto exacto a donde ir, sino que te marcan zonas y deja al jugador explorar tranquilamente. Exprimes cada rincón del mapa y fomenta el descubrimiento tanto de sitios como de monstruos. Todo está pensado para que lo importante sea descubrir. Unido a esto, por todo el mapeado hay pequeños puzles con grandes recompensas que te hacen buscar y rebuscar por todas partes.
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