Inazuma Eleven no va sobre fútbol

 La saga Inazuma Eleven es muchas cosas antes que un juego de fútbol.

Es primero un JRPG de manual. Durante los partidos o las pachangas, los jugadores se mueven automáticamente. Tú debes marcar los pases y moverlos a lugares específicos para crear huecos y oportunidades de pase o gol. Cuando dos jugadores se encuentran, el tiempo se para y puedes decidir regatear, rebasar o utilizar una supertécnica. Ahí entra en juego el tipo de tu jugador, si es tipo bosque, tierra, agua o viento, también entra en juego sus estadísticas de regate o defensa, por ejemplo. Suena complejo, pero es todo más fácil y claro de lo que parece.

Formación de un equipo

Al final es lo que todo JRPG es: un combate entre tablas de Excel. El que tiene las estadísticas más altas, gana. Las supertécnicas, pilar de toda la saga, son habilidades o magias que facilitan marcar. Utilizarlos, además, gastan puntos de técnicas al igual que en Final Fantasy usar piro gasta magia. Por supuesto también se sube de nivel a través de las pachangas y los partidos que también aportan objetos usables similares a pociones o éteres y equipación para mejorar nuestras estadísticas. La diferencia fundamental entre los Inazuma y las otras sagas es que la party se compone de más de once personajes.

En segundo lugar, Inazuma Eleven es también un anime, un shonen concretamente. Esta party de once personajes está compuesta por chavales llenos de traumas y buscan en el compañerismo una forma de superarse a sí mismo. Es capaz de levantarte de la silla cuando uno de los chicos, triste porque de pequeño nadie quería jugar al fútbol con él, le sale el chute de fuego que marca el gol decisivo para ganar el partido. Da gusto verles entrenar y ver cómo cada vez van mejorando. Sentir que progresan y evolucionan lo es todo.

La saga, hasta día de hoy, se sustenta en dos arcos argumentales compuestos por una trilogía cada uno. La primera de ellas narra cómo el equipo del instituto Raimon, sin apenas jugadores, va escalando ligas hasta llegar al mundial. Por el camino, acaban con tramas corruptas, con magnates del fútbol que se aprovechaban de los adolescentes para ganar dinero y han desmantelado una red de tráfico de sustancias dopantes. El segundo arco intenta replicar en ocasiones al primero, pero con menos éxito. Sus últimas dos entregas se lanzan en picado a la ciencia ficción barata con viajes en el tiempo y espaciales que no le sientan del todo bien.

Y por último, Inazuma Eleven puede contener trazas de fútbol. Tal vez esa sea la palabra que más se repite y la que menos importancia tiene. Este deporte es una excusa, un mero contexto, para el desarrollo de los distintos protagonistas. Tiene una raigambre más cercana a Final Fantasy, Dragon Quest y compañía que con FIFA o PES. Por muy compleja que busque ser la trama al final trata del bien contra el mal, pero en lugar de desarrollarse en un campo de batalla con espadas y escudos, transcurre en un campo de fútbol con botas de taco y guantes de portero. Así que podemos afirmar con tranquilidad que no va sobre fútbol.

Todo esto es Inazuma Eleven: mucho JRPG, mucha historia y muy poquito fútbol. Este año 2023 nos llega una nueva entrega bajo el subtítulo Victory Road que busca revivir la saga después de mucho tiempo parada. Esperemos que así sea.


Comentarios